Reflejando
su Luz
Es interesante tomar la
nieve en la mano; ésta no es tan blanca como parece. Ah, pero qué
diferente se vuelve cuando dan los rayos del sol. No sólo la miras
blanca, sino muy blanca. Pareciera que absorbe toda la luz y la
refleja a través de un blanco esplendoroso. La nieve que refleja la
luz solar es única, maravillosa y brillante.
Cuando las montañas se
van llenando de nieve, se van tornando blancas. Pero cuando el sol
irradia su luz, éstas se tornan plateadas; sí, plateadas y con un
brillo sumamente intenso. Aleluya.
Simple y sencillamente,
lo blanco se vuelve como plata pulida y refulgente. Es todo un
espectáculo. Pero lo más curioso de todo este asunto es que entre
más alta sea la montaña, más brilla la nieve, y en ella el sol.
Entre más fuerte sea el sol en la nieve, mayor será su esplendor.
Tuve la osadía una
mañana de mirar hacia la montaña nevada sin mis lentes oscuros para
el sol. Al instante mis ojos ardían y tuve que dejar de ver. Se
forma en la nieve una especie de espejo metálico que irradia tanta
luz que casi no se le puede mirar sin protección. El reflejo del sol
en la nieve se hace tan extremadamente fuerte que no se puede esquiar
si no se cubre uno apropiadamente los ojos. Anteojos o lentes
especiales para la práctica del esquí deben ser utilizados. La luz
te puede hacer tropezar o dañar los ojos.
Este es un fenómeno
natural verdaderamente excitante e impresionante. El mismo me
recuerda al profeta Moisés cuando subió la Monte Sinaí para estar
con su Dios. Después de permanecer en Su presencia, su rostro
brillaba como el sol en su fuerza. La intensidad de la luz en Moisés
era tan poderosa que prácticamente quemaba las pupilas de los hijos
de Israel. El reflejo de la gloria de Dios en el siervo del Señor
era extraordinaria. El brillo y el fulgor eran simplemente
majestosos.
Moisés se convirtió en
el reflejo de la Luz y Presencia divinas con una magnitud
impresionante. Los judíos temblaron y tuvieron temor de lo que
tenían al frente. Aleluya. Ellos tuvieron que pedir al varón de
Dios que se cubriera el rostro. Alabado sea el Nombre del Señor.
Amén.
Desprendemos de los
efectos del sol en la nieve una lección práctica para nuestras
vidas. El sol y su luz representan a nuestro entender a Dios y su
Divina Presencia. La Biblia presenta a Jesucristo como el “Sol de
Justicia”. Amén. Es entonces el sol símbolo de Cristo, quien
dijo: “Yo soy la luz del mundo”. Aleluya.
El monte, desprendiendo
esto de los símbolos bíblico-proféticos, podría apuntar hacia las
naciones u hombres. En nuestro caso, digamos que figura a creyentes o
a la Iglesia.
Conforme más “alto”
subamos en nuestra vida espiritual, más cerca estaremos del Sol,
Cristo, y de Su luz.
Somos como esa nieve que
a simple vista y de cerca no es tan blanca, tiene impurezas. Pero al
ser llena de la luz del Sol, se comienza a poner cada vez más
blanca. Entre más subimos hacia El, adorándole y buscándole de
corazón, más blancos y puros y santificados parecemos. Aleluya.
Cuanto más elevadas son nuestras experiencias espirituales, cuanto
más le anhelemos a El y Su Luz, más emblanquecida queda nuestra
alma y nuestro espíritu. Aleluya. Cuanto más aprendamos del
Espíritu Santo y más caminamos con El, más se purifica y brilla
nuestro ser interior. Amén.
En la medida en que
nuestro espíritu se remonta a las alturas espirituales y conquista
la cima de nuestra vida cristiana, más cerca estamos del Sol de
Justicia y más fuerte es Su reflejo en nosotros. Gloria a Dios.
Oh, que lección tan
maravillosa nos dan la nieve y el sol. Si la aprendiéramos todos los
cristianos, si la aprendiéramos todos los predicadores. Sólo
tenemos que buscarlo a El, adorarlo a El y subir nuestro espíritu
hacia El, y Su Luz lo llenará todo: alma, cuerpo y espíritu.
Aleluya.
Si tan sólo subiéramos,
como Moisés, a la cima del monte y allí quietos permaneciéramos
contemplando Su Hermosura y Su Santidad, seríamos cambiados como esa
nieve del monte. Si tan sólo escaláramos el monte alguna vez para
oírle hablar, para recibir Su Luz y conocer Su soberana voluntad,
seríamos transformados de gloria en gloria, de luz en luz, y de
victoria en victoria. Aleluya.
Si entendiéramos que
como simple creación de la mono de Dios le necesitamos, nos
postraríamos y le adoraríamos con fervor.
Si entendiéramos que
como simple creación de la mano de Dios le necesitamos, nos
postraríamos y le adoraríamos con fervor.
Si entendiéramos tan
sólo eso, que sin El no somos nada más que polvo, barro y vasijas
vacías, entonces haríamos cualquier cosa para subir hasta el monte
donde El habita. Entonces mi hermano, nos humillaríamos de tal
manera que dejaríamos los anhelos y los sueños propios, y
subiríamos hasta Su santo templo para adorarle.
Oh Iglesia, si tan sólo
entendiéramos que la diferencia entre nosotros y el mundo lo hará
Su luz reflejada en nosotros, entonces clamaríamos, gemiríamos y
lloraríamos hasta obtenerla.
Si pudiéramos captar la
esencia del mensaje de la vivencia de Moisés, entonces nos
limpiaríamos más, nos dedicaríamos más y subiríamos al Monte
Santo de Jehová. Aleluya.
Allí obtendríamos Su
luz, Su gloria y la mostraríamos a otros en el Israel de hoy o en el
mundo. Entonces ellos temblarían, temerían y oirían la voz de
Dios.
¡Oh, Espíritu
Santo, súbenos al monte!
escrito por: Apóstol Rony Chaves
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